8 y dijeron los israelitas a Samuel: «No dejes de invocar a Yahveh
nuestro Dios, para que él nos salve de la mano de los filisteos.»
9 Tomó Samuel un cordero lechal y lo ofreció entero en holocausto a
Yahveh, invocó a Yahveh en favor de Israel y Yahveh le escuchó.
10 Estaba Samuel ofreciendo el holocausto, cuando los filisteos
presentaron batalla a Israel, pero tronó Yahveh aquel día con gran
estruendo sobre los filisteos, los llenó de terror y fueron batidos ante
Israel.
11 Los hombres de Israel salieron de Mispá y persiguieron a los
filisteos desbaratándolos hasta más abajo de Bet Kar.
12 Tomó entonces Samuel una piedra y la erigió entre Mispá y Yesaná
y le dio el nombre de Eben Haézer, diciendo: «Hasta aquí nos ha socorrido
Yahveh.»
13 Los filisteos fueron humillados. No volvieron más sobre el
territorio de Israel y la mano de Yahveh pesó sobre los filisteos durante toda
la vida de Samuel.
14 Las ciudades que los filisteos habían tomado a los israelitas fueron
devueltas a Israel, desde Ecrón hasta Gat, liberando Israel su territorio del
dominio de los filisteos. Y hubo paz entre Israel y los amorreos.
15 Samuel juzgó a Israel todos los días de su vida.